Manual de tortura y tratos cruentos


A las ocho de la noche del 12 de febrero de 2010 un adolescente de 18 años y un niño de 16 andaban a pie sobre una de las calles de un municipio guerrerense. Ante ellos se “detuvo un vehículo militar”, del que descendieron “varios elementos del Ejército mexicano quienes les apuntaron con sus armas”. El niño se quedó “parado e inmediatamente” los militares lo “empezaron a golpear en todo el cuerpo, lo que ocasionó que perdiera el conocimiento”. El otro joven “entró corriendo a su domicilio y detrás de él dos militares que lo perseguían”. Al encontrarlo “junto a un árbol lo detuvieron, lo esposaron y lo golpearon”. “Lo arrastraron varias veces contra un muro de concreto, lo levantaron de los pies y del cuello, lo dejaron caer sobre los escalones de la puerta principal de su casa y lo arrastraron hasta el negocio de materiales de construcción que se encuentra frente a su hogar”.

Después los “militares subieron” a los dos jóvenes “al vehículo militar y los trasladaron a la cancha de futbol que se encuentra a un kilómetro”. Ahí los militares “desnudaron” al muchacho de 18 años, “amenazaron con privarlo de la vida y violarlo”. Al niño “lo continuaron golpeando”. “Después de unos minutos lo aventaron encima” del cuerpo del joven, que “se encontraba tirado en el suelo”. Un militar indicó al niño que se llevara a su compañero porque “moriría en pocos minutos y le advirtió que si denunciaba lo sucedido él también moriría junto con su familia”. Con su amigo moribundo en brazos el niño caminó hasta pedir auxilio. El chico murió por traumatismo encefálico severo. Así lo demostró la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en la Recomendación 38/2011.


 

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